martes, 16 de diciembre de 2008

De fanzines y arte indie


El fenómeno independiente tiene un hondo calado en la cultura occidental, amparado por múltiples motivaciones: snobismo, rebeldía, curiosidad, etc. Resulta difícil encasillar todas quellas manifestaciones más o menos cercanas a lo indie por medio de etiquetas totalizadoras. Desde el cine de Jim Jarmusch a la música de Sonic Youth, pasando por los fanáticos de las viñetas de Robert Crumb, quienes reniegan de la cultura de masas parecen reivindicar una serie de valores que resucita el arte independiente: naturaleza anticomercial, singularidad, extravagancia, espontaneidad, etc. Lo indie parece ser en ocasiones sinónimo de "sincero", "auténtico", "humano"... Es díficil saber dónde acaba lo independiente y comienza el éxito: no son pocos los escritores, cineastas o músicos que han dado la espalda a sus orígenes en cuanto las monedas han empezado a caer en la mesa. A otros el star system les sobrepasó, como parece atestiguar el pensamiento y el desenlace vital de Kurt Cobain, encadenado a un éxito del que no logró escapar ni con In utero, un disco con el que el grupo intentó en vano volver a sus orígenes punks e indies. La bestia era demasiado grande. El disco fue un éxito y el líder del grupo puso punto y final a un estrellato que le resultaba insufrible poniendo de por medio una bala letal.
La frescura de lo underground disimula con frecuencia los denodados esfuerzos de los artistas por imprimir un sello propio en un ámbito que aún no les reconoce. Llegado el éxito, asoma el peligro: ser fiel a un estilo minoritario, basado en el "hágalo usted mismo", con acabados con frecuencia intencionadamente imperfectos (véase, por ejemplo, la cultura del "lo-fi"), o buscar un mejor pulido tecnico y una cierta aceptación temática, a riesgo de bregar con una asfixiante homogeneidad.
Ser indie a los veinte es un lugar común. Seguir siéndolo a los cincuenta es un suicidio. Quienes (pocos) han dado la espalda a propuestas estéticas (o empresariales) con las que hubieran logrado mejores dividendos, por lo general se ven revestidos con una aureola de santidad por parte de sus fieles, lo que no siempre les da para comer. En cualquier caso, y redefiniendo una idea de Zygmunt Bauman, la cultura independiente es "líquida", y como tal esquiva e inaprensible pero, de igual modo, saciadora.

1 comentario:

José Ignacio Mortilotti dijo...

A ver como evoluciona "J" el de los planetas sin ir mas lejos, habrá que verlo dentro de 10 años si sigue hablando el mismo lenguaje -y calzando las mismas bambas-, aparte la higiene, a ciertas edades, ha de tenerse en cuenta como costumbre de diario.
Gracias por el feedback bloguero, estoy esperando nuevas entradas frescas en este tractatus :D