lunes, 7 de diciembre de 2009

Pentálogo de boicot a la cultura privativa


1) No-A implica por definición la existencia de A. Sabedores de ello, los Estados en abierto conflicto internacional con determinados territorios optan, llegado el caso, por negarles reconocimiento político (véase el Sáhara occidental o Palestina). En consecuencia, se negará la existencia de la cultura privativa: no existirá ni para ser criticada. Dejará de ser tema de debate, al resultar absurdo discutir en torno a entes inexistentes (salvo en los tratados de teología).
2) No se usará software privativo: se acabó Windows, Apple, etc.
3) No se codificará información de acuerdo con los patrones privativos. Se acabó mandar adjuntos .doc, .ppt, etc.
4) No se manipularán (aunque sea viable) archivos codificados de acuerdo con el software privativo. Véanse posibles contestaciones a quienes nos manden archivos de esta naturaleza en http://www.gnu.org/philosophy/no-word-attachments.es.html
5) No se comprarán materiales culturales habilitados con licencias copyright (lo cual incluye la asistencia al cine). El ocio llegará a través de los BitTorrents (mientras sea posible) y del material con licencias permisivas (copyleft, creative commons...).

viernes, 4 de diciembre de 2009

Propiedad intelectual vs. conocimiento universal: una propuesta sostenible


Mientras los gobiernos pugnan por dar versatilidad política al acceso restringido a la información de los usuarios de internet (en sintonía con intelectuales, artistas y trabajadores del ámbito de la industria cultural que reclaman el derecho a la supervivencia personal fruto de la remuneración por su actividad creativa o re-productiva) y estos apelan a la libertad del consumidor, a la solidaridad cultural y a la universalización del conocimiento humano, cabe preguntarse si existiría algún mecanismo para administrar con equidad los derechos de unos y otros, dentro de unas moderadas coordenadas de verosimilitud. Mi propuesta parte de la reflexión y del conocimiento de algunos de los aspectos implicados en este conflicto. Básicamente, el proyecto arrancaría con las siguientes pautas:
1) Los ministerios de cultura y educación se fusionarían, dando lugar a algo parecido a un "Ministerio del conocimiento".
2) Por ley, el Ministerio de conocimiento refrendaría dos derechos: el de todos los ciudadanos al acceso gratuito y universal a la cultura y el de los intelectuales, artistas y trabajadores del ámbito de la industria cultural (productoras, editoriales, discográficas) para lucrarse a partir de su trabajo, esfuerzo creativo y capacidad artística.
3) Por ley, toda obra que pretenda ser inscrita en el registro de la propiedad intelectual deberá de hacerlo bajo una licencia (actualmente las más versátiles son las creative commons) que autorice, al menos, su difusión y reproducción (en los formatos que el usuario estime oportuno) de manera indiscriminada y gratuita, permitiéndose solo restricciones en lo tocante al beneficio económico de terceros y en lo concerniente a la modificación de la obra. En todo caso, la ley garantizará los derechos del creativo para denunciar a todo aquel que modifique u omita los créditos de autoría o producción.
4) El Ministerio, en su portal de internet, habilitará una página en la que se almacenará, también por ley, toda producción artística o intelectual que se haya inscrito en el registro de la propiedad (películas, música, textos, etc.). Será de naturaleza obligatoria la incorporación de cualquier manifestación cultural (en el caso de las artes plásticas a través de fotografías) a dicha página. El ministerio habilitará un motor de búsqueda, con categorías, palabras-clave o etiquetas para localizar las obras.
5) Todo usuario podrá entrar en la citada página y descargar cualquiera de sus contenidos. Cada creación tendrá su propio contador de descargas, registrando la dirección IP desde la que se efectúa la descarga. Ningún contenido podrá ser descargado más de una vez desde la misma IP.
6) El punto 5 no será incompatible con la difusión privada, por parte del autor o de quienes ostenten su propiedad, de la obra, sea de la naturaleza que sea (discos, libros...).
7) La página del ministerio permitirá las donaciones voluntarias (especificando la obra a la que se destina) de los usuarios, mediante los cauces habituales (paypal, tarjeta de crédito, etc.).
8) El ministerios perseguirá y sancionará por la vía penal a aquellas páginas de internet que distribuyan obras con derechos de autor y obtengan algún beneficio económico de ello (publicidad, etc.).
9) Todo artista e intelectual tendrá derecho a solicitar subvenciones del estado, las cuales estarán condicionadas en gran medida por el número de descargas efectuadas (en el portal del ministerio) de las obras de dicho artista. Otra variable a tener en cuenta (aunque de menor relevancia económica), en lo tocante a las subvenciones, será la bisoñez (productiva) del creador. Esto es: a igual número de descargas, obtendrá una mayor subvención aquel que haya colgado un menor número de obras.
10) La percepción de estas subvenciones será compatible con la distribución de las obras por los cauces habituales (distribución discográfica, editorial, etc.).
11) Se suprimirán las subvenciones de creación existentes hasta ahora. Todo este dinero irá destinado a costear las nuevas subvenciones.
12) El acceso a los edificios públicos destinados a la difusión de la cultura (museos, bibliotecas) se regirán por el modelo inglés, esto es, serán de acceso y uso gratuito, pero siempre dispondrán de una urna para la donación voluntaria, así como de organizaciones adscritas que permitan la vinculación libre, por medio de la asociación (con la correspondiente cuota de admisión y de contribución anual), de todos aquellos que quieran relacionarse con dicha institución. Dichos colectivos recibirán nombres del tipo "Sociedad de amigos del museo...", y contarán con distinciones especiales, como invitaciones a eventos, etc.
13) Todo organismo público habrá de servirse exclusivamente del denominado "software libre". Toda didáctica de la informática desarrollada desde organismos públicos habrá de tener como objetivos de su enseñanza la difusión y conocimiento de dicho software.
14) El sistema educativo actuará en consonancia con la nueva legislación, de acuerdo con los parámetros que marcan los currículos actuales. Así, la nueva enseñanza en competencias marca ocho ámbitos para el desarrollo de estas, entre estas la denominada "Tratamiento de la información y competencia digital". Será responsabilidad de los docentes en colegios e institutos informar al alumnado tanto sobre la problemática de la propiedad intelectual como acerca de la necesidad de sensibilizarse para la contribución personal al desarrollo de un modelo sostenible de acceso gratuito y universal a la cultura (importancia de las donaciones, respeto de la autoría de las obras, etc.).
Pienso que no es un modelo descabellado del todo, por las siguientes implicaciones: a) todo artista y/o creador tendría la posibilidad de darse a conocer a través de la página del ministerio, y de obtener beneficios de ello si el público estima que sus obras merecen ser descargadas; b) los músicos o cineastas ya consagrados estarían al menos igual o mejor que ahora (puesto que al día de hoy no obtienen nada de las descargas de internet, salvo raras excepciones); c) las discográficas y las editoriales seguirían en la misma situación que hoy en día; d) nadie podría lucrarse sin autorización (a diferencia de lo que ocurre hoy) con el trabajo ajeno; e) todo el mundo tendría acceso gratuito y universal a la producción cultural, y f) el cambio en la política de subvenciones, respecto a la situación actual, y la promoción de las donaciones y adscripciones a sociedades de amigos de museos (o bibliotecas) permitirían la sostenibilidad económica del nuevo modelo.
Propuesto está...

Disponible también en:
http://www.glayiu.org/?accion=ver&tipo=analisis&id=1891
http://mas.lne.es/cartasdeloslectores/carta/2547/propiedad-intelectual-conocimiento-universal-propuesta-sostenible.html

sábado, 10 de octubre de 2009

La izquierda y la propiedad intelectual


Recientemente ha aparecido en los medios la noticia de que el gobierno español tiene previsto revisar (esto es, redefinir, limitar o prohibir) el uso de los llamados programas p2p en internet. Creo que puede ser útil redefinir las implicaciones que esto comporta, así como los elementos contextuales que, de una u otra forma, están implicados en el proceso.
Los programas peer to peer posibilitan, en última instancia, que usuarios con mayor o menor grado de anonimia compartan archivos multimedia, esto es, de imágenes, texto, sonido o vídeo. Como es evidente, ello ha desencadenado la descarga masiva de archivos musicales y fílmicos por parte del usuario medio, evitando así el significativo gasto que la adquisición de discos o películas comporta. Desde los medios ha habido un progresivo proceso de demonización de esta práctica, auspiciado tanto por instituciones legitimadoras de la propiedad intelectual (SGAE) como por lobbies de artistas e intelectuales adscritos de forma más o menos explícita a la militancia socialista.
El tema de la propiedad intelectual es planteado, desde el prisma privativo, como la defensa del legítimo derecho de todo artista a vivir de su creación, lo cual es atacado por las plataformas abolicionistas, defendiendo la libertad del individuo para acceder a materiales culturales de forma gratuita. Ahora bien, ante esta polémica cabe plantearse varias cuestiones de diverso calado, con enormes implicaciones:
1) los medios de comunicación están ofreciendo de forma sesgada y parcial testimonios acerca de esta controversia. Así, mientras que es no poco frecuente encontrarse a apologetas de la propiedad intelectual blandiendo amenazas a lo largo y ancho de los mass media (¿quién no conoce a Teddy Bautista, Víctor Manuel o Luis Cobos?), los detractores e ideólogos de la libre descarga de archivos (David Bravo Bueno, Richard Stallman, Lawrence Lessig, etc.) solo son conocidos, de forma furtiva, a través de foros, conferencias y libros on line disponibles en internet.
2) la actitud del gobierno socialista español parece a todas luces paradójica (un gobierno de izquierdas limitando el concepto de propiedad privada hasta límites casi patológicos), si no fuese por el fuerte respaldo que reciben de determinados rostros visibles en sus campañas electorales (Miguel Bosé, etc.), los cuales abanderan la abolición de la libre circulación de material multimedia.
3) los gobiernos han planteado de forma simplista y segmentaria la noción de conocimiento. Así, mientras que se defiende la gratuidad de la educación (escuelas e institutos) y la información (bibliotecas públicas, hemerotecas, etc.), se privatiza el concepto de cultura. Esta forma más o menos sutil de capitalismo cognitivo afirmaría, por tanto, que la ciudadanía social del individuo medio depende de si se sabe o no los afluentes del río Ebro por la derecha, pero en ningún caso de si conoce el hard bop o la Nouvelle Vague.
4) el argumento privativo de que la libre circulación de cultura acabará con la industria musical y la cinematográfica no está suficientemente contrastado. En efecto, mientras que los grandes triunfadores de las radiofórmulas claman al cielo por los discos pirata, los grupos emergentes, independientes y semidesconocidos defienden el derecho del usuario a descargarse con total libertad su música, en la medida en que esto les dará a conocer. Así, mientras que estos últimos sobreviven básicamente gracias a sus conciertos (multiplicados de forma exponencial, por cierto, en los últimos años, como testimonian las estadísticas acerca del notable incremento de festivales de música a lo largo y ancho del planeta), aquellos se aferran a la ignorancia de quienes solo conocen la media docena de grupos e intérpretes divulgados a través de las cadenas musicales más populares. El miedo no es, por tanto, a que se pierda dinero, sino a que los otros lo ganen.
5) desde la izquierda apenas ha habido propuestas para replantear esta problemática, por radicales que estas fuesen (nacionalizar los derechos de autor, etc.).
6) no se está tratando en relación de equidad a todas las manifestaciones culturales. Quienes conozcan Londres sabrán de la gratuidad de sus museos, por lo cual no entiendo por qué van Gogh no ha de sentirse robado si contemplo Los girasoles sin pagar un penique y sí "Papito" si me da (Dios no lo quiera) por descargarme alguno de sus discos (por cierto, que en los museos británicos también hay obras de autores vivos, no se crean...).
7) se está ridiculizando la noción de filantropía cultural, cuando todo el movimiento del software libre lleva impulsando desde hace décadas la libre (y generalmente gratuita) descarga de diversos sistemas operativos. Los programadores adscritos a esta tendencia defienden que la divulgación de sus combinaciones binarias son su mayor recompensa.
8) dentro del silenciamiento generalizado con el que los medios tratan al movimiento abolicionista, se ha optado por no informar al ciudadano de a pie de la existencia de licencias alternativas al encorsetado copyright: copyleft, creative commons, etc., usadas por músicos, escritores, etc.
No desearía que estas líneas se volviesen excesivamente panfletarias, por lo que iré concluyendo, advirtiendo, eso sí, al lector de los peligros de informarse solo a través de los mass media adscritos al statu quo. Como señalaba el director de Le monde diplomatique, Ignacio Ramonet, adquirir conocimientos es difícil y engorroso, pero es el precio que hay que pagar para alcanzar la libertad.

viernes, 4 de septiembre de 2009

¿Existen las lenguas?


El relato mítico es sobradamente conocido: como narra la Biblia, la soberbia humana, representada como artificio arquitectónico a través de la construcción de una interminable torre, sufrió en Babel el castigo divino de la eterna incomprensión en la comunicación. Las lenguas surgieron, "ex nihilo", como mecanismo de tortura, de incapacitación, a la hora de buscar una fraternidad universal. Desde entonces, se ha tendido a ver en las lenguas unidades discretas, de contornos finitos, con rasgos definitorios y hablantes identificables. Los pueblos lo aceptan y los lingüistas lo rubrican.
No obstante, la antropología deja incómodos resquicios por los que se cuela la duda del espectador crítico. El problema surgió, en gran medida, tras la demolición de la raciología (disciplina encargada del análisis y delimitación de las denominadas "razas" humanas) a comienzos del siglo XX, en gran medida tras las investigaciones de Franz Boas. Sus estudios evidenciaban, no solo que no era posible establecer una correlación entre lenguas, culturas y razas, sino que incluso estas últimas resultaban altamente arbitrarias, cuando se analizaban con cierto detenimiento. La genética mendeliana constituyó un sólido pilar para esta escuela, al constatar que la selección alternante de genotipos, a partir de la herencia paterna, podía imposibilitar cualquier conexión biológica entre un mítico fundador de una extirpe y un orgulloso descendiente de esa supuesta raza.
¿Hay genes en las lenguas? Desde luego que no, pero la arbitrariedad en la categorización de las manifestaciones lingüísticas es sin duda constatable, y la institucionalización de unas, en detrimento de otras, conlleva con frecuencia la estandarización de unos parámetros que, no pocas veces, distan un abismo de las auténticas expresiones del ciudadano de a pie: si casi nadie sabe que la palabra "elite" es llana, ¿qué fundamenta su aceptación como expresión correcta? ¿El asentimiento de los eruditos? ¿La sumisión de los no iniciados en los ritos filológicos? ¿Un contrato lingüístico al más puro estilo rousseauniano? ¿Si la mayor parte de las lenguas no poseen ningún tipo de respaldo académico, por qué no desaparecen? ¿Cómo cuantificar el número de rasgos que vuelven un dialecto lengua? ¿Cómo identificar las variables que hacen de una varidad lingüística un idioma? Dejo al lector que reflexione sobre las fecundas implicaciones políticas de todos estos procesos pero, en cualquier caso, apunto unas sugerencias: ¿por qué ningún país está dispuesto a aceptar la cooficialidad de una lengua artificial tan fácilmente adquirible como el esperanto, dotada de la misma expresividad que cualquier otra? ¿Por qué cada vez se enseña el inglés en más sitios, idioma incomparablemente más complejo que el esperanto?
Un último ejercicio práctico: sustituya la palabra "lengua" por "nación" en las líneas precedentes, y elabore una breve redacción, una vez releída la entrada, con lo que esta transmutación le sugiera.

jueves, 7 de mayo de 2009

Allons, intolerance!


En defensa de la intolerancia apenas puebla los anaqueles de los librepensadores, a juzgar por su escasa presencia en las bibliotecas públicas. Su autor, el filósofo esloveno Slavoj Zizek, goza de escaso predicamento fuera del ámbito anglosajón. Pero lo cierto es que es un texto para ser temido, odiado y admirado a un tiempo. La obra defenestra todo lo que huela a multiculturalidad políticamente correcta, bordeando para ello los límites de la aceptabilidad social, y fruto en gran medida de una denuncia: vivimos en una sociedad donde determinado sector autotildado de progresista esgrime una tolerancia socio-cultural sustentada en los mismos límites que cualquier secesión: la negación del alter. Pare ello, Zizek distingue entre el Otro aséptico -o inocuo, podríamos decir-, aquel que apenas hace peligrar nuestro horizonte de realidad, y el Otro real, el verdaderamente amenazante. En este último mete Zizek todos los fantasmas del Occidente actual: la ablación, el terrorismo, etc. De este modo, el filósofo pone sobre la mesa la identidad entre nuestro sistema de aceptación social y el de cualquier otra cultura: solo cambiamos los valores, pero siempre excluimos al Otro real. En última instancia, Zizek advierte de que esta sutil cortina de humo aleja nuestro espíritu crítico de la auténtica necesidad: la repolitización de la economía global, copada por jerifaltes que, a lomos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, se relevan en unos cargos carentes de mecanismos democráticos de elección. La fracasada Constitución Europea fue una buena muestra de ello, esto es, de la progresiva instauración de mecanismos estrictamente económicos para regular la política internacional.
En suma, Zizek obliga a pensar, y a dejar de darnos palmaditas en la espalda: nuestra presunta tolerancia -supuesto fruto y triunfo de la democracia- oculta el pañuelo de seda que nos tapa los ojos y nos deja de nuevo en el servilismo medieval: no hemos avanzado nada.

jueves, 12 de febrero de 2009

Bobby Fischer: la demencia del maestro


Hablar de Fischer es hablar del ajedrez con mayúsculas. Precoz aprendiz (como todos los maestros consumados) del juego indio, con 14 años ya era campeón de Estados Unidos, si bien su ascenso al máximo escalafón de la competición internacional tardaría aún quince años en llegar. Así, en 1972, y tras 19 victorias consecutivas, Fischer llegó a la final del mundial, en un mítico enfrentamiento que tuvo lugar en Reykjavik, Islandia, frente al ruso Boris Spassky, una pugna con evidentes tintes políticos. Tras perder las dos primeras partidas por no presentarse, ganó en la tercera. La cuarta fueron tablas y, y desde la quinta se impuso rotundamente el Gran Maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó la partida decisiva mientras su contrincante dormía en el hotel), convirtiéndose hasta ahora en el único estadounidense en lograr el título. Desafortunadamente, en la práctica, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoly Karpov, planteó exigencias inaceptables para la FIDE, la cual lo despojó del título por incomparecencia y proclamó campeón a A. Karpov.

En septiembre de 1992, aceptó participar en un encuentro de exhibición conmemorando los 20 años de su enfrentamiento con Spassky (ya nacionalizado francés), que había de tener lugar en Montenegro, perteneciente entonces a Yugoslavia. Volvió a vencer a su antiguo rival y se embolsó el premio de 3 millones de dólares que había ofrecido un magnate yugoslavo. Pero este encuentro tendría repercusiones políticas. En 1992, Belgrado estaba bajo el bloqueo del gobierno de los Estados Unidos, y la acción de Fischer fue considerada en su propio país como un acto de traición y fue puesto en la lista de fugitivos del FBI y de la CIA. Entonces, Fischer desapareció de nuevo.

El 19 de junio de 1996, en Buenos Aires, anunció su variante del ajedrez: el Ajedrez aleatorio de Fischer. Una modalidad que pretende dar a la creatividad y talento del jugador, la importancia que merecen.
El 13 de julio de 2004, Fischer reapareció en público cuando, mientras pretendía ir a Filipinas desde Japón, fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita por usar un pasaporte que el gobierno de los Estados Unidos había cancelado. Las autoridades japonesas le recluyeron en espera de resolver el problema suscitado por la petición de extradición de Estados Unidos. El 15 de diciembre de ese mismo año, el gobierno islandés aceptó darle asilo político a Fischer en ese país, para así escapar a la extradición a Estados Unidos, y ordenó su traslado inmediato a Reykjavík, donde podría recibir una nueva ciudadanía. A pesar de las presiones del gobierno estadounidense, el 9 de marzo de 2005, aún encarcelado, recibió un pasaporte islandés como regalo por su 62.º cumpleaños. El 21 de marzo, el parlamento islandés aprobó conceder la ciudadanía islandesa a Bobby Fischer, con 40 votos a favor y dos abstenciones, y tres días después, tras 8 meses detenido, fue puesto en libertad y deportado a Islandia, calificando a George W. Bush de criminal y al primer ministro japonés Jun'ichirō Koizumi como títere de Bush.
A su llegada a Reykjavík fue aclamado como un héroe por una multitud de seguidores. Desde entonces intentó vivir tranquilo en Islandia, donde fue considerado todo un ídolo. Incluso se dice que en una ocasión, llegó a llamar a una televisión islandesa para dar el resultado de una jugada de ajedrez, con el único fin de hacer saber al resto del mundo que seguía vivo y con sus capacidades mentales intactas.

En noviembre de 2007 le fue diagnosticada demencia senil permaneciendo desde entonces ingresado en el Hospital de Islandia; pese a que su vida no corría peligro, los ataques paranoicos se sucedían y hubo de ser objeto de seguimiento regular.
Bobby Fischer falleció el 17 de enero de 2008 en un hospital de Reykjavík a la edad de 64 años, (la misma cantidad de cuadros que tiene un tablero de ajedrez), tras una larga enfermedad no especificada.Sólo su amiga japonesa Miyoko Watai y otras cuatro personas asistieron al sepelio.

Es difícil encasillar a Fischer de acuerdo con un retrato nítido. Quizás el de genio excéntrico sea el que mejor le define. En cualquier caso, los ajedrecistas suelen hacer gala de un soberbio egocentrismo que muy difícilmente encaja con su renuncia a disputar el título mundial con Karpov. Quizás recuerda en cierto modo al García Márquez que, tras obtener el Nobel de Literatura, afirmó no volver a recoger ningún otro galardón, obviamente de inferior prestigio. Fischer, logrado el título mundial, ya solo se tenía a sí mismo como rival, y su reaparición frente a Spassky, en el veinte aniversario de su antiguo triunfo, quizás solo ofreciese, al margen de los pingües beneficios que de ello obtuvo, el anhelo nostálgico de aquel Fischer que aún tenía tenía escalones que subir.

La genialidad termina enfrentando al individuo tan solo consigo mismo. Los conceptos de pugna, ascenso o rivalidad no caben cuando los paradigmas de la creatividad deambulan por otros derroteros. Abrir caminos nuevos en una disciplina (matemáticas, ajedrez, etc.) supone la contemplación vertiginosa de lo desconocido, y ahí tan solo nos tenemos a nosotros mismos como compañeros de viaje. Con frecuencia llamamos excentricidad a pautas de conducta que no responden a categorizaciones convencionales, pero la singularidad de algunos hombres les hace ver el mundo con el desengaño del conquistador. Las concepciones visionarias del superdotado le otorgan las mieles del triunfo, pero también la condena de quienes solo logran ver, ante ellos, un tablaro de 64 escaques...

martes, 20 de enero de 2009

Metafísica en las cumbres


Los laureles de la gloria tienden a sembrar las sienes de deportistas adscritos, por lo general, a prácticas casi fosilizadas, en lo que a la concesión de galardones se refiere. En efecto, parece haber cierto acuerdo más o menos de tácito de incluir en la nómina de "galardonables" solo a deportistas de renombre en ámbitos muy concretos: atletismo, fútbol, tenis, automovilismo... y poco más. Entre las actividades físicas "periféricas" encontramos prácticamente todas las demás: tiro (en todas sus modalidades), hockey, esquí... o alpinismo.

La historia del montañismo ha albergado, a lo largo del siglo XX, ilustres nombres con los que ilustrar ejemplos paradigmáticos de esfuerzo y superación personal: George Mallory (quizás el primer ser humano en coronar el Everest; suya es la celebérrima respuesta con la que noqueó la impertinente pregunta acerca de las motivaciones para ascender al techo de nuestro planeta: "porque está ahí"), Maurice Herzog (responsable de coronar el primer ochomil de la historia, el Annapurna), Edmund Hillary (quien finalmente se llevó la gloria en el Everest, junto con el sherpa Tenzing Norgay), nuestro Juanito Oiarzábal (el ser humano que más veces ha coronado todos los ochomiles, superando la veintena de exitosas ascensiones), etc. Pero, si a alguien se ha de poner en el más elevado de los escalones, ese es sin duda el tirolés Reinhold Messner, quien ostenta el privilegio tanto de haber sido el primer hombre en subir los catorce ochomiles como de convertirse en el pionero en lo que al ascenso al Everest en solitario y sin oxígeno se refiere. A esto podemos sumar su triunfal recorrido, de extremo a extremo, de la Antártida, sin ayudas externas o, más recientemente, su activismo político como europarlamentario del partido de los Verdes, en consonancia con una ideología conservacionista que le ha llevado a promover en su tierra proyectos ecologistas.

Pero Messner no es solo un alpinista, como lo son Hillary u Oiarzábal. Para Messner las cumbres no son muescas en la culata de un revólver, marcas con las que pasar a la historia. Messner es un místico, casi un eremita, para quien la montaña se convierte en toda una metáfora de la existencia, con sus tropiezos y sus lamentos. Cuando rechazó la emisora que le ofrecían para poder estar en contacto con él mientras ascendía en solitario al Everest, su justificación se basó en la necesidad de descubrirse a sí mismo en una situación límite, sin posibilidad de ayuda ni auxilio, buscando así encontrar sus propias limitaciones, sus flancos débiles, sus terrores, sus fantasmas. Fueron horas en las cuales en el campamento base solo se podía distinguir, en ocasiones, una vacilante sombra deslizándose por la ladera. Durante ese tiempo, Messner estuvo a punto de morir, al caer en una grieta, pero no solo logró salir, sino que coronó exitosamente el ascenso, poniendo igualmente al límite unos pulmones incapacitados para encontrar resquicios de oxígeno a casi nueve mil metros de altitud.

Para quien desee leer alguno de sus libros (Séptimo Grado, Espíritu Libre. Vida de un escalador o Mover montañas. El credo de un explorador de los límites de lo desconocido) le sorprenderá encontrarse con líneas donde los aspectos técnicos y físicos de la escalada pasan a un segundo plano. Messner (quien, hay que reconocerlo, se ha convertido, como casi todos los montañeros, en un absoluto egocéntrico) reflexiona en ellos en lo que de simbólico encontramos en las montañas, en la medida en que representan el máximo exponente de la lucha personal, del encuentro con uno mismo a la búsqueda de lo absoluto, encarnado sumariamente en una cúspide.

Pero el tirolés también ha bregado con sombras funestas estos años. Fruto de una de sus ascensiones experimentó no solo el dolor de contemplar cómo fallecía el hermano que le acompañaba, sino el tormento de sufrir el juicio de la opinión pública, acusándole de dejar atrás a un compañero de su propia sangre, aun a costa de entregarle a la muerte, con el objeto de alcanzar la anhelada cumbre. Investigaciones posteriores exculparon del todo el alpinista.

Messner, en suma, encarna la imagen de quien codifica la realidad a la que se enfrenta desde una escala de valores amparada en el simbolismo. Solo así el Hombre encuentra esperanza en lo que hace. Solo así logramos el consuelo de un triunfo vacuo e inexistente...

martes, 13 de enero de 2009

Kurtz: retazos de un "outsider"


Apocalypse Now es una película que muy difícilmente logra dejar indiferente a quien la ve. El film, como toda obra maestra, admite diversos niveles de lectura, desde el puramente narrativo hasta el mitológico o el filosófico. Apocalypse Now puede ser contemplada como una película sobre la guerra de Vietnam, pero muy difícilmente este planteamiento reduccionista invitaría al cinéfilo a enfrentarse por segunda, o tercera vez, al largometraje de nuevo. Es importante comenzar apuntando el sustrato intertextual que nutre la película: Coppola lleva a cabo una excelente relectura (que no adaptación) de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, trasladando los delirios de un tratante de esclavos en el África decimonónica a la selva camboyana, en plena espiral bélica en el sureste asiático, y poniendo a un coronel del ejército estadounidense aparentemente alienado como auténtico protagonista de la narración (cuesta creer que alguien vea en Martin Sheen el foco del relato). Tanto en uno como en otro, el viaje del incauto a la búsqueda de Kurtz le lleva a un auténtico encuentro consigo mismo, mediante un proceso de autorreconocimiento ambiguo, delirante, fantasmagórico.

Como narración, Apocalypse Now adolece de un tempo lento, solo comprensible a la luz de la atmósfera onírica, fantasmal, que sobrevuela el río por el que ascienden los militares, a la búsqueda de Kurtz. No es posible ver la película (y menos aún la versión redux, con la interesante inserción del encuentro con unos colonos franceses que explicita toda la crítica política de la película: al margen de la elongación del metraje, es obvio que la supresión de la escena fue fruto en gran medida de lo reciente de las heridas: Apocalypse Now es de 1979, estrenada solo a cuatro años de la conclusión del conflicto norteamérico-vietnamita; en realidad, se trata de la primera gran película acerca de la guerra) confiando en disfrutar solo de tiros, explosiones y sobresaltos. A pesar del planteamiento crítico del film, se trata, en mi opinión, de una película marcadamente psicológica: Kurtz aparece retratado a través de la voz en off del capitán Willard, a medida que va desglosando el dosier que sobre su víctima le han confiado, primero como un brillante militar, después como un excéntrico soldado, y finalmente como un alucinado, un místico, un visionario... Solo cuando Willard ha descubierto la verdadera naturaleza de Kurtz la barca llega a su destino. Pero la complejidad de Kurtz no es reducible a unas cuantas fotocopias; el encuentro entre ambos le revela a su asesino que el coronel (convertido en una deidad por sus fieles) se mueve dentro de unos parámetros de comportamiento ante los cuales no son admisibles las convencionales escalas morales. Kurtz es un desengañado de la política militar estadounidense, demagógica pero poco efectiva, y frente a ello ha optado por construir un reino (pensemos aquí en las similitudes con otras películas como Aguirre, la cólera de Dios o El Dorado, donde el exotismo, la ambición y el poder militar se alían para cuestionar normas preestablecidas) alejado de la lógica difusa, como bien explica Dennis Hopper: para Kurtz todo es o blanco o negro, acción o abulia, instinto e intuición. Pero no por ello hemos de concluir que el perfil de Kurtz es fruto tan solo de su capacidad de manipulación de los nativos. Resulta interesante contemplar con detenimiento la bilioteca que, rápidamente, nos revela un travelling con cámara subjetiva, puesta en los ojos de Martin Sheen: al margen de la Biblia (y de algo que, personalmente, parece un tomo de obras de Goethe), encontramos dos manuales de antropología: From ritual to romance, de Jessie L. Weston (tremendamente difícil de encontrar en castellano; yo aún no le he hecho) y La rama dorada de George Frazer. Frazer, el primer catedrático de antropología (más bien deberíamos decir etnólogo, condición a la que suelen responder los llamados "antropólogos de salón", alejados del trabajo de campo) llevó a cabo una ingente labor de recopilación etnográfica con el objetivo de explicar un antiguo rito existente en el templo de Nemi, custodiado por un sacerdote, hasta que un nuevo candidato al puesto llegaba allí al objeto de desafiar al responsable; la lucha, a muerte, decantaba la victoria del lado del nuevo (o "reelegido") sacerdote. El paralelismo con la relación entre Willard y Kurtz es evidente: solo el final, necesariamente tranquilizador, invita a pensar que Willard rechaza el puesto, al escapar de allí tras acabar con su víctima...

Kurtz, en resumen, ofrece la estampa aparente del asesino, del sádico iluminado, pero un nivel más profundo de lectura vuelve el film más intranquilizador: Kurtz es la encarnación de la autoaceptación, de la verdad revelada, aunque en su caso entrañe sangre y vísceras. Solo si asumimos esto podemos contemplar el largometraje, o leer la novela, sabiendo que Kurtz es víctima, al fin y al cabo, de lo que le ha tocado vivir: el horror.