viernes, 21 de octubre de 2011

Normatividad versus cultura: la ortografía como encrucijada


Personalmente, no me resulta en modo alguno ajena la estampa del alumno que, suficientemente enculturado, en mayor o menor medida, a partir de determinados estadios del sistema educativo, responde de forma mecánica al profesor de turno cuando se ve interpelado por alguna cuestión de naturaleza ortográfica en la que en apariencia se busca sondear la espontánea reacción del adolescente abordado. Así, ante preguntas tan poco sospechosas de neutralidad como “¿y a ti qué te parece esto de la ortografía?; ¿la consideras necesaria, oportuna, inútil?”, el Manolito o Chusín de turno, ya adiestrado en las artes del cortejo académico, responde con fingida inocencia: “la ortografía es muy importante para que sepamos escribir bien y no seamos unos analfabetos toda nuestra vida”. El profesor asiente, los demás compañeros cuchichean, censurando la ramplona concesión de Vicentito, y la clase y la vida siguen sus cursos…
La ausencia casi absoluta de reflexividad en las cuestiones ortográficas y normativas ha llevado a adoptar actitudes extremas y maniqueas que simplifican y desvirtúan un fenómeno tan vivo como las células de mi organismo. En efecto, el lenguaje no consiste en un código cerrado sujeto tan solo al estudio de la arqueología filológica. De ser así, usaríamos el registro del marqués de Santillana para debatir acerca de la idoneidad o no de descargar un programa para la descompresión de archivos multimedia. En el otro extremo del continuum, la ortografía parece mostrarse como algo más que una hidra despiadada que cercena sin piedad la paciencia y el buen hacer de nuestros adolescentes.
¿Cómo dar con el justo medio? Difícil cuestión, cuando es constatable la existencia de múltiples sociedades ágrafas o de culturas, como la anglosajona, donde la vastedad en la difusión de sus modalidades lingüísticas no guarda ninguna correspondencia con la fortaleza institucional de algún organismo preocupado en exclusiva por velar por la incorruptibilidad del inglés. ¿Mandamos, pues, al demonio, bes, uves, haches y demás zarandajas? Ni tanto ni tan calvo, especialmente cuando usamos una lengua tan multicultural como el castellano, que se extiende por países y continentes con todo tipo de azarosas circunstancias sociales y educativas.
La ortografía cohesiona y proporciona nitidez y estandarización a los usos lingüísticos, pero la sacralización del lenguaje normativo nos lleva a escuchar aberraciones del tipo de “yo es que hablo muy mal” o “los que mejor usan el español son los de Valladolid, sin duda”. Si por “idioma” entendemos una determinada variedad lingüística, la tan llamada norma culta, usada de forma espontánea en contadas ocasiones y por limitados usuarios, y convertimos en una suerte de lengua franca el sistema comunicativo manejado por el noventa, o más, por ciento de la población que, intuitivamente, adscribimos sin embargo al mismo ámbito idiomático que quienes se supone que hablan “bien”, lo más probable es que acabemos en un callejón sin salida donde optemos, bien por considerar que el lenguaje correctamente utilizado es por definición artificial, bien por concluir, sencillamente, que a nueve de cada diez hablantes de español no se les entiende cuando intentan comunicarse.
El lenguaje es nada más, y nada menos, que una herramienta de comunicación, y la ortografía puede ayudar a facilitar unos patrones que contribuyan a ese propósito relacional, pero no hasta el punto de creer que existe un buen idioma y un mal idioma. Por encima de todo ello está el sentido común y la adecuación. Tan absurdo puede ser comenzar un solemne discurso con un “pienso de que” como dirigirse a un compañero de barra en la final de la Copa del rey anunciándole que “me congratulo de que las veleidades que tu ánimo manifiestan no se vean en modo alguno proyectadas sobre tu itinerante trayectoria en las inmediaciones de mi campo visual”. Intentaré recordarlo la próxima vez que felicite a Manolito en clase por su buen juicio a la hora de ponderar el valor de las normas gramaticales y ortográficas…

jueves, 18 de agosto de 2011

CARTA DE UN CIENTÍFICO A ALEJANDRO SANZ

Hola Alejandro,
Hace muchos días que ando dándole vueltas a la ley Sinde, a los derechos de autor, y leyendo tus desafortunados tweets. Ahora que tengo las tres cosas juntitas, déjame que te comente algunas cosas.
Soy científico, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y actualmente "Visiting Assistant in Research"
en la Yale School of Medicine, en New Haven, Conneticcut.
Trabajo en el desarrollo de vacunas para el tercer mundo, centrando mis esfuerzos en la Leishmaniasis, una enfermedad olvidada que mata e incapacita en África, Asia y Sudamérica.
Sí, esos mismos sitios para los que, de vez en cuando, puedes montar una parranda benéfica.
Y aunque no lo sepas (y muchas personas no lo saben) es esa enfermedad que hace que miles de pobres niños tengan el vientre hinchado y mueran. La misma que hace que sus padres no puedan trabajar.
Entre nosotros, ese tipo de enfermedades que hace que el tercer mundo siga siendo tercer mundo.
Cuando consigo que mi trabajo funcione, tras muchísimas horas de laboratorio exponiéndome a múltiples
riesgos para mi salud, intento publicar mis resultados. ¿Sabes lo que pasa cuando lo hago?
Que la revista se queda con todos mis derechos de autor. CON TODOS. Si quiero, no sé, poner una figura de mi trabajo en algún otro formato, tengo que pedir permiso. Por mi figura. Por mi trabajo.
Y te hablo de figuras en blanco y negro. En color no podemos pagarlas.
¿Sabes por qué? Porque PAGO POR PUBLICAR. Sí, en serio, lo hacemos.
Mi laboratorio tiene que pagar para poder difundir los avances científicos que puedan curar a esos niños o a sus padres en el futuro.
PAGO POR PUBLICAR y tengo que pedir permiso por mi figura, por mi trabajo.
Ahora podrías meter en 140 caracteres que luchar por mis derechos no me impide que tú lo hagas por los tuyos; yo seguiría leyendo.
Desde que el hombre es hombre, desde que el ser humano es humano, ha demostrado que necesita expresar sus sentimientos.
Y de ahí surgió el arte. También, al mismo tiempo, surgieron las preguntas de qué hacía aquí. Los famosos "de dónde vengo, quién soy y a dónde voy".
Y es que las dos cosas, ciencia y arte, son humanas, pero no por ello profesiones.
Mira, no sé, 100 o 200 años atrás. El arte lo hacía el que podía permitírselo.
Y la ciencia también. Hasta Darwin descubrió el origen de las especies en un tour por el mundo, en el que vio que los pinzones de unas islas tenían los picos más grandes que otros. La gran revolución científica vino de un viaje de alguien que pudo permitírselo.
Ahora, industria mediante, los artistas cobran por entretener y los científicos cobran por descubrir cosas.
Una maravilla para los que no somos de familias ricas y queremos hacer ciencia o arte.
Yo me he quejado y mucho de mi falta de derechos. De intentar defender lo que ahora, para mí, es más que un reconocido trabajo. Y también creo cosas.
La diferencia es que yo con un salario tengo bastante. Y lucho por un salario digno.
QUE ME PAGUEN POR MI TRABAJO. No creo que tenga sentido que me paguen tiempo después por mis logros.
Te recuerdo que lo que yo quiero es una vacuna para el tercer mundo.
Y pagar mis facturas. No quiero ningún rendimiento extra que no me merezco.
No quiero derechos de autor, quiero que mis avances sigan derechos a conseguir su objetivo.
Entiendo que quieras que te paguen por tu trabajo. Y deberías (que lo haces) negociar lo que te paga una discográfica por grabar un nuevo disco. O que defiendas tu caché en los escenarios.
Pero cobrar también impuestos sobre los CD´s , discos duros, lo-que-sea que la S.G.A.E quiera inventar para sangrar al ciudadano medio, perdóname muy mucho, pero yo, lo veo excesivo.
Intentar lanzar una ley que te permita cobrar más de lo que te toca porque la industria que a ti te trata bien se está muriendo, lo siento, pero no.
Limitar las libertades individuales para maximizar vuestro beneficio no es justo.
¿Sabes por qué tengo un blog de divulgación científica? Para que el mundo vea que la ciencia es importante.
Para que posiblemente en el futuro sea una profesión digna. Yo no busco hacerme rico. Yo no quiero recortar libertades.
Yo lucho por cambiar la industria que hace que mi actual profesión me obligue a tener otra con la que, juntas, poder pagar las facturas.
Y por favor, no vuelvas a comparar los derechos a recibir medicamentos de los niños pobres con el derecho a declarar culpable de piratería a diestro y siniestro. Que ya lleváis demasiado tiempo cobrando por ello.
Renovaros o morid. Pero no hables de los que de verdad mueren aunque de vez en cuando reciban tu calderilla.
Atentamente,

Lucas Sánchez.

sábado, 21 de mayo de 2011

Democracia real: yo también soy Túnez


Sin comentarios:

¿Quiénes somos?

Somos personas que hemos venido libre y voluntariamente, que después de la manifestación decidimos reunirnos para seguir reivindicando la dignidad y la conciencia política y social.

No representamos a ningún partido ni asociación.

Nos une una vocación de cambio.

Estamos aquí por dignidad y por solidaridad con los que no pueden estar aquí.

¿Por qué estamos aquí?

Estamos aquí porque queremos una sociedad nueva que dé prioridad a la vida por encima de los intereses económicos y políticos. Abogamos por un cambio en la sociedad y en la conciencia social.

Demostrar que la sociedad no se ha dormido y que seguiremos luchando por lo que nos merecemos mediante la vía pacífica.

Apoyamos a los compañer@s que detuvieron tras la manifestación, y pedimos su puesta en libertad sin cargos.

Lo queremos todo, lo queremos ahora, si estás de acuerdo con nosotros: ¡ÚNETE!

“Es mejor arriesgar y perder que perder por no haber arriesgado”

Manifiestu (asturianu)


Somos persones normales y corrientes. Somos xente como tú: xente que llevanta pela mañana pa estudiar, pa trabayar o pa buscar trabayu; xente que tien familia y amigos; xente que trabaya duro tolos díes pa vivir y ufrir un futuru meyor a los que nos arrodien.

Unos considerámonos más progresistes, otros más conservardores. Unos creyentes, otros non. Unos tenemos ideoloxíes bien definíes, otros considerámonos apolíticos… Pero tamos toos preocupaos ya indignaos pol panorama políticu, económicu y social que vemos na nuestra rodiada. Pola gafura de los políticos, empresarios, banqueros… y frente a l’indefensión del ciudadanu de a pie.

Esta situación fráyanos a toos día tres día, pero si nos xuncimos, podemos camudala. Ye hora de ponese a andar, ye tiempu de construyir ente toos y toes una sociedá meyor.

Por ello, sofitamos con firmeza lo siguiente:

* Les prioridaes de toda sociedá avanzada han ser la igualdá, la solidaridá, el llibre accesu a la cultura, el desenrollu y progresu ecolóxicamente sostinibles, el bienestar y la felicidá de les persones.
* Estes prioridaes tradúcense en derechos universales básicos, que en teoría deberíen tar cubiertos: derechu a la vivienda, al trabayu, a la salú, a la educación, a la cultura, al llibre desendolque personal, a la participación política, y en resumíes cuntes, el derechu a disponer de lo necesario pa una vida sana y feliz.
* Sin embargo, l’actual funcionamientu del sistema económicu y gubernamental nel que malvivimos nun atiende a estes prioridaes, que de fechu vense cada vez más arrequexaes y amenazaes.
* La democracia parte del pueblu, y pal pueblu debería gobernar. Les funciones d’aquellos que dicen representanos, habríen ser les de llevar la nuestra voz a les instituciones, facilitando la participación ciudadana por carriles direutos y procurando el mayor beneficiu pal gruesu de la sociedá. Pero nesti país, la mayor parte de la clase política nin siquier nos escucha, y gobiernen mirando namás pol interés de los grandes poderes económicos.
* Nel caducu y antinatural modelu socio-económicu vixente, l’avaricia y l’amasamientu de poder y dineru por parte d’unos pocos, son valores que primen mui perriba del bienestar común. Paez que too val pa contentar a los mercaos: rescatar a los bancos, abaratar el despidu, recortar prestaciones sociales, privilexar fiscalmente a los que más tienen, sostener guerres, arramplar col planeta…
* Inxusticia, desempléu y esclusión social, son les consecuencies directes del xuegu de los poderosos. Pero mantienen a raya el descontentu alimentando l’egoísmu y la ilusión insaciable del consumu. Individualizándonos, cegándonos con quimeres, torguen la maquinaria social, y asina l’espiral se reproduz a sí mesma, fundiendo cada vez más na miseria a los más desfavorecíos.
* Como cómplice y principal salvaguarda d’estos atropellos, ta la lacra del bipartidismu PPSOE, calteniendo de mutua conformidá, sólidos ya inamovibles los pegollos de la desigualdá.
* Pero nel noyu d’esti mercáu tamos nós, los ciudadanos, que bien tando manipulaos, bien siendo conscientes, somos los que al final tiren del carru, permitiendo a esa minoría ensin escrúpulos medrar a costa de les nuestres penuries. Sedremos anónimos, paeceremos insignificantes, pero cuidao: ensin nós, nada d’esto esistiría. Ellos nun esistiríen.
* Hai qu’esconsoñar entós, porque ta nes nuestres manes el poder tirar na bona direición. Si como sociedá deprendemos a nun fiar el nuestru futuru a una abstracta rentabilidá económica que nunca torna en beneficiu de la mayoría, sedremos a eliminar los abusos y carencies que toos y toes sufrimos.
* Ye necesaria una Revolución Ética. Punximos el dineru perriba del Ser Humanu, pero hemos retornalo al nuestru serviciu. Somos persones, non produtos del mercáu, Nun soi sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién-y lo compro.

Y un enlace:

http://democraciarealyaasturies.blogspot.com/

Discurso de Agustín García Calvo en Madrid, en una de las asambleas:

Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado, de lo no previsto, ni por parte de las autoridades y gobiernos, ni por parte de los partidos de cualquier color, verdaderamente imprevisto: vosotros los mismos o casi todos, hace unos pocos meses o semanas, tampoco lo preveíais que pudiera surgir. Aunque esto es así, la alegría es lo inesperado y no hay otra alegría, no hay futuro, como repetiré ahora, sin embargo voy a decir algo que parece contradictorio, que es que yo estaba esperando esto desde hace cuarenta y tantos años, cuarentayseis. [vivas y aplausos]

Os cuento un poco cómo: por los años sesenta, como habéis oído los más jóvenes, empezó a levantarse por el mundo una oleada principalmente de estudiantes en las universidades, cámpuses y sitios así de Tokio, California… el sesentaycinco, en febrero, esa oleada llegó a Madrid; yo me dejé arrastrar por ella con mucha alegría, me costara lo que me costara; como sabéis la ola después siguió en Alemania con Rudi Dutschke el Rojo y después finalmente en Francia, con el famoso mayo francés, donde fue más o menos terminando la ola. Os voy a decir cómo entiendo yo que aquello del año 65 se relaciona con esto. Tal vez alguno de los más viejos o no tan viejos os lo podrán decir que aquí seguramente incluso los padres de los más viejos de vosotros eran en aquel entonces estudiantes en la ciudad universitaria de Madrid, corriendo conmigo delante de los guardias, que entonces se llamaban los grises... pero por mi parte os lo voy a decir: es que en aquellos años en el mundo avanzado o “primero” se estaba estableciendo un régimen, un régimen del poder, que es justamente éste mismo que ahora estáis padeciendo conmigo… Me callo un poco mientras... [mucho jaleo. Una voz: “No te calles, sigue!”] …se estaba estableciendo este régimen, que es el que hoy estáis padeciendo conmigo, y que es, para decirlo brevemente, el régimen, la forma de poder en que el Estado, la gobernación, la administración estatal está del todo confundida con el capital, con las finanzas, con la inversión financiera: enteramente confundida. [aplausos, gritos] Por tanto se puede decir que es el Régimen del Dinero, simplificando, y por tanto yo creo que muchos de vosotros por lo bajo estáis sospechando que es contra eso principalmente contra lo que os levantáis, contra lo que sentís ganas de gritar, de decir lo único que el pueblo sabe, que es decir ¡NO! [aplausos largos. Voces: “ahí está”]

Por tanto, aquello que me arrebató a mis treintaynueve años, hace cuarenta y seis, es lo mismo que ahora llega a su culminación, a su casi vejez: el régimen del estado-capital, el régimen del dinero, efectivamente da señas él mismo de estar cansado, con cosas como los cuentos de la larguísima crisis y cualesquiera otros que os lleguen, y con las cifras y estadísticas con las que cada día tratan de entreteneros para que no sintáis, no os deis cuenta de lo que está pasando por detrás de las cifras y de los nombres que gobiernos o partidos sacan para eso, para teneros entretenidos precisamente. De manera que es bastante lógico que me encuentre entre vosotros en este momento de, más que madurez, envejecimiento del régimen, como me encontraba en sus comienzos. Para mí el levantamiento de los estudiantes por el mundo en el 65 obedecía a que se daban cuenta de lo que nos venía encima; ahora vosotros habéis tenido mucha más cantidad de sufrimiento directo de lo que el régimen es, aunque lo llaméis con diferentes nombres a este sufrimiento, y por tanto es, al mismo tiempo que inesperado, lógico que os estéis levantando y voceando contra ello.

Yo puedo contaros más, pero tampoco querría, por ponerme aquí a colaborar a mi manera con este levantamiento, como quiera que lo llaméis, no querría parecer que vengo a dar consejo, pero, a pesar de que no quiero parecer tal cosa, os voy a adelantar un par de ocurrencias que me vienen, ocurrencias negativas sobre todo. Lo primero es no contar para nada con el Estado sea cual sea: ninguna forma de organización estatal. [aplausos y revuelo] Es un error que por lo que veo muchos de vosotros percibís sin que haga mucha falta decíroslo. Por tanto, y a consecuencia y a continuación, tampoco se puede utilizar para nada la Democracia, ni el nombre de ‘democracia’. Lo siento, esto ya veo que no despierta tan inmediatos aplausos, pero sin embargo tengo que insistir en ello. Ya comprendo que lo de elegir lemas como “Democracia real ya” puede ser, por parte de quien lo inventara, una táctica, una táctica para no dar demasiado la cara, porque parecería que decir de frente y de inmediato “¡No a cualquier Estado, democrático o no!”, podría sonar mal y esta timidez o modestia puede esplicarlo, pero yo creo que es hora de irse desprendiendo de este engaño. La Democracia es un trampantojo, es un engaño para lo que nos queda de pueblo vivo y de gente; lo era ya desde que se inventó entre los antiguos griegos en Atenas y otros sitios. Es un trampantojo que está fundado sobre todo en esta confusión que el nombre mismo denuncia: demo y kratos. Kratos es poder y Demo se supone que es pueblo, y, sea lo que sea de los avatares de cualquier historia, nunca el pueblo puede tener el poder: el poder está contra el pueblo. [bravos] Esto es una cosa demasiado clara, pero hay que entenderla. [aplausos y vivas] De manera que supongo que esta contradicción que está ínsita en el propio nombre de la democracia os anima mucho más a entenderlo de veras. El régimen democrático es simplemente el más avanzado, el más perfecto, el que ha dado mejores resultados, el que ha llegado a producir el Régimen del Bienestar en el que nos dicen que vivimos; es simplemente eso, pero al mismo tiempo no deja de ser el Poder, el de siempre. Por el contrario, cuanto más perfecto, cuanto más avanzado, está más avanzado en sus trucos para engañar y por tanto en el manejo de la mentira, que es esencial para cualquier Poder. Esto espero que lo entendáis también bien: sin mentira no se sostiene ninguna forma de Poder. La mentira es el hacer creer, la fe, y ése es el cimiento, el fundamento para cualquier estado. De manera que, si alguno de vosotros tiene la ilusión de acceder a una democracia mejor, pues le pediría que se fuera desengañando de ese camino. No es por ahí, no es por ahí, y si vuestro levantamiento llegara a alcanzar un carácter organizado, en definitiva semejante al de la propia administración del Estado, estaría ya con ello mismo perdido, no estaría haciendo más que repetir otra vez la misma historia con otros colores y perfeccionada justamente porque ha asimilado el levantamiento, porque ha asimilado la protesta, que es la manera en que a través de revoluciones siempre fracasadas los estados han venido avanzando; es lo que justamente les hace falta, porque para seguir siendo el mismo como lo es, el Dinero no puede menos de cambiar, cambiar para seguir igual: éste es el gran truco que tenéis encima. Cuando os sugiero o os pido la renuncia a ideas de otro estado mejor, de otro poder mejor y os recuerdo que… [jaleo grande en la plaza]

…ya voy a terminar para que os entretengáis con otras cosas a lo mejor más divertidas que yo. Cuando estoy atreviéndome a recomendaros el desengaño de cualquier forma de poder, y por tanto estoy borrando de la lista algunas de las reivindicaciones que vuestros dirigentes han establecido y divulgado, al mismo tiempo os estoy desengañando de otra cosa, que es el Futuro, el Futuro: éste es el enemigo. Comprendéis bien que al rechazar vuestro levantamiento como intención de encontrar otro régimen mejor, estoy desengañándoos de el futuro [“¿qué propones?”]. El futuro es eso con que os engañan, a los viejos también, pero sobre todo a los más jóvenes, cada día: os dicen “tenéis mucho futuro” o “tenéis que haceros un futuro”, “cada uno tiene que hacerse su futuro” y eso es justamente, aunque no lo digan, una resignación a la muerte, a la muerte futura. El futuro es eso; por tanto el futuro es el que necesita el Capital; el dinero no es más que crédito, es decir, futuro, fe en el futuro; si no pudiera echar cuentas, ni habría Banca ni habría presupuestos estatales. El futuro es de ellos, es su arma. Por tanto nunca dejéis que os suene como algo bendito o beneficioso: debe sonaros justamente a muerte, que es lo que es el futuro. Lo que estemos haciendo aquí, lo que estéis haciendo aquí, ello dirá lo que da de sí, pero no tenemos futuro; no tenemos futuro porque eso es propio de las Empresas, de las finanzas y del Capital. ¡No tenéis futuro!: esto es lo que hace falta ser valientes para denunciar.

Os voy a dejar ya, no voy a hacer más sugerencias por ahora. Una cosa mucho más práctica y de momento: desearía por supuesto que después de las famosas elecciones de… del 22, que estorban mucho, (ya lo habréis visto cómo no sólo los Medios os enredan junto con la cuestión de las elecciones, que no tienen nada que hacer, sino que muchos de vosotros perdéis una gran parte de vuestro tiempo pensando cuál es lo que hay que hacer respecto a votar o no votar y votar por acá o votar por allá), es un estorbo formidable… de manera que mi deseo sería que, cuando pase ese coñazo, esa estupidez de las votaciones, sigáis vivos, sigáis vivos y más o menos juntos los unos con los otros. [aplausos] Y en ese caso me atrevería a sugeriros una táctica de momento (seguir haciendo las asambleas aquí es probablemente un error que no puede sostenerse mucho): desde luego en esto, en una rebelión como ésta, como ya creo que todos sabéis, no puede haber otro Órgano ni decisivo ni representativo más que las asambleas. Y os lo voy a decir enseguida por qué [aplausos]: no puede haberlo porque las asambleas como ésta misma tienen esta gran ventaja: que no se sabe cuántos son, están entrando y saliendo, y nunca se pueden contar, y por tanto nunca pueden votar, como hacen los demócratas, porque no se sabe ni cuántos son ni cabe estadística ni cabe cómputo ninguno. Esto es lo que a una gran asamblea la acerca a ser eso de pueblo, que no existe pero que lo hay, y que es lo que queda por debajo de las personas, que ésas, sí, se cuentan en número de almas y en número de votos, pero lo que queda por debajo, no. Así que no renunciar nunca a las asambleas. Tal vez una dispersión.

Ahora me dirijo un poco a la parte de vosotros que son estudiantes más o menos y que me tocan más de cerca: una de las tareas más inmediatas sería ocupar las escuelas y facultades, con caramés incluído [aplausos]. Y termino diciéndoos por qué: porque hace mucho tiempo bajo el Régimen del Bienestar, bajo este régimen que padecemos, los centros de enseñanza, las Universidades, han quedado reducidas a una sola condición real, que es la examinación: examinar, todo lo demás son cuentos [aplausos]. Tienen que examinar para producir por ese camino futuros funcionarios tanto del Capital como del Estado o de la Universidad misma, que es también una parte de esos implementos del Estado. [Interrupción por cánticos en la plaza: “oé oé oé/ lo llaman democracia y no lo es”].

Por tanto y para dejaros, mi sugerencia va en este sentido: ocupación de los centros, hacerlos reconocer que no están ahí ni para enseñar ni para investigar ni para nada, que están ahí para examinar, examinaros y producir así futuros funcionarios, están creando vuestro futuro, en eso no nos engañan, y por tanto la acción más inmediata ¿cuál puede ser?: pues naturalmente la destrucción, el boicoteo de los exámenes en curso; por ejemplo, los que ahora acaban de empezar en mayo mismo. Es algo de corazón [aplausos]. Con esto que a lo mejor lo primero os puede parecer un poco descabellado, pero que, si os dejáis pensarlo, a lo mejor no tanto, recordando que la sumisión a los exámenes es simplemente sumisión al futuro, que nosotros no tenemos futuro, y recordando que los centros en los que estáis metidos están destinados solamente a eso, a la fabricación de futuro y números de funcionarios, tal vez no os parezca tan insensata la propuesta. Pero os parezca o no, con esto ya me despido, volviendo a repetiros la alegría que esto tan inesperado me ha traído y que al mismo tiempo estaba esperando desde el año ’65. ¡Salud! [¡GRACIAS!